11 ene 2011

Cuento: ¿Quién eres?

Una mujer estaba agonizando en la sala de un hospital. Era de noche y las enfermeras ya habían apagado la luz. Cansados de sufrir, sus ojos finalmente se cerraron. De pronto tuvo la sensación de que era conducida al cielo. Allí se encontró frente a una puerta abierta de par en par, de la que emanaba una luz brillante y beatífica.
“¿Quién eres?”, escuchó que le preguntaban.
“Soy Julia”, respondió.
Casi imperceptiblemente, la puerta se cerró unos centímetros.
“Te he preguntado quién eres, no el nombre que te pusieron tus padres”, dijo la Voz.
“Soy la mujer del alcalde”, respondió ella.
“Te he preguntado quién eres, no con quién estás casada”.
Por cada respuesta equivocada, la puerta se cerraba un poco más.
“Soy maestra”.
“Te he preguntado quién eres, no cuál es tu profesión”.
Y así sucesivamente. Dijera lo que dijese, la mujer no parecía dar una contestación satisfactoria. A esa altura, la puerta estaba casi cerrada.
De repente, una sonrisa iluminó su agobiada expresión:
“¡Soy cristiana!” exclamó, segura de que por fin había dado en la tecla.
Imperturbable, la Voz contestó:
“Te he preguntado quién eres, no cuál es tu religión”.
Cansada de que sus esfuerzos no rindieran fruto y viendo que la puerta estaba a punto de cerrarse por completo, la mujer dijo con impaciencia:
“Ya que evidentemente no doy con la respuesta y tú pareces saberla muy bien, ¿no podrías decírmela?”
Se hizo un breve silencio que a ella le resultó interminable. De pronto, la Voz dijo:
“La respuesta a esa pregunta sólo puedes encontrarla tú misma. Nadie más puede hacerlo por ti. De hecho, la vida humana te fue dada con ese propósito”.
Al escuchar estas palabras, los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas de arrepentimiento. Se dio cuenta de que había pasado su vida entera eludiendo la pregunta fundamental: quién soy yo.
La Voz comprendió cómo se sentía y le habló con compasión:
“Te enviaré de nuevo a la Tierra. Dedícate a descubrir quién eres y cuando lo sepas, las puertas del cielo se abrirán para ti. Ciertamente, habrás encontrado el cielo en la Tierra”.
Unos segundos más tarde, la mujer abrió los ojos en la sala del hospital. Esta vez estaban llenos de lágrimas de agradecimiento por la segunda oportunidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario